Sobre
mi sentido del humor.
A
lo largo de este tiempo en que ando contando cosas del COPC
he recibido comentarios de todo tipo, de colegas que se divierten
y aprecian lo que hago, de colegas que simplemente se divierten,
de colegas que valoran el fondo y de colegas que lo consideran
absurdo, no les gusta e incluso les irrita.
Para
gustos los colores, evidentemente.
Me
han interesado especialmente los comentarios de colegas que
descalifican mi tono jocoso y burlesco (adoro la crítica
como fuente de conocimiento).
Río
para no llorar, amigos míos.
Ironizo
para superar mi indignación.
Utilizo
la sorna para aliviar mi impotencia.
Me
burlo para no agredir ni sentirme agredido.
Juego
con la guasa para seguir creyendo que algo puede ser mejor.
He
decidido posicionarme en el sarcasmo porque, desde ahí,
se puede construir algo.
Si
dejara que la furia, la rabia, la indignación, la impotencia…
ocuparan mi mente, difícilmente podría construir.
Y
eso, como profesionales de la psicología, todos y todas
lo sabemos.
Seguiré
con la ironía y el sarcasmo, porque desde ahí
puedo aportar algo. Es mi forma de luchar por un COPC mejor.
Quien
no quiera ver más que el chascarrillo y la guasa…
es que quizás, no quiere ver más allá.
Mi
lucha es muy seria. Y me la tomo muy en serio.
Como
pensé, dije y escribí hace ya tres años:
nos merecemos un COPC mejor. Podemos tener un Colegio Profesional
fabuloso. Que nos cuide y nos mime, nos proteja y luche por
facilitarnos el ejercicio de la profesión. Que nos pregunte
y nos escuche. Que piense en las personas colegiadas cuando
hay que pintar una pared… "¿Les gustará?".
Jolín!,
que no es tan complicado. Sólo hace falta voluntad.
El
COPC somos casi once mil personas. Nunca nos pondremos todos
de acuerdo en el color de la pared… pero si al menos te
pregunto o te explico porqué la he pintado de rosa….