Hoy, ocho meses después de solicitarlo, he podido
ejercer uno de los derechos que tengo como colegiado: consultar
las actas de la Junta de Gobierno de mi colegio profesional.
Suponía que, tras ver lo que se cocía en la trastienda
de nuestro COPC, llegaría a casa indignado o con argumentos
para algún escrito incendiario.
Y
no. Lo que siento es una tristeza abrumadora. Una sensación
amarga que me paraliza, me tiene embotado, sin saber por dónde
ni cómo reaccionar. Me siento PROFUNDAMENTE triste.
No es una reacción extraña. Todos y todas la hemos
estudiado. Si saturas a alguien de estrés… ya sabemos
lo que ocurre.
De momento, hasta que reaccione, sólo comentarte la impresión
que da título al mensaje. ¡Mira que complican las
cosas con lo simples que son¡.
Voy a hablar bien de la Junta de Gobierno. Voy a decirte que
trabajan. Y trabajan mucho. Yo nunca he dicho que no lo hicieran
pero quiero dejarlo claro. Trabajan mucho y MAL. Y estoy convencido,
no lo hacen mal con intención, lo hacen así porque
lo llevan haciendo así años y años y años.
Los mismos nombres cambiando de puestos durante años
y años. A su bola.
Tras
pasar un par de horas sentado ante las actas, viendo como la
vida interna del COPC de los últimos dos años
pasaba por mis ojos, he podido constatar que nuestro colegio
profesional es un complejo entramado de Comisiones y Grupos
de Trabajo que no hay santo que lo entienda. ¿Sabías
que existe una Comisión de Intrusismo?. Yo tampoco. Y
tampoco tengo idea de lo que hacen, ni quién la compone,
ni para qué se ha creado... Supongo que como tú.
No
voy a entrar ahora en el detalle de lo que he conocido hoy,
me siento hundido y no sabría por dónde empezar.
Comprendo ahora a quienes han salido del COPC corriendo, a quienes
han intentado acercarse y hacer algo y han desistido, a quienes
han decidido “pasar” ante el muro de componendas
y chanchullos…
Comprendo que “pasar” es el único modo de
evitar caer en esta asfixiante sensación de tristeza
que me invade.
Contratos a dedo, sin explicación ni argumentación.
Luchas para conseguir compensaciones económicas por hacer
aquello para lo que ya te pagan. Decisiones argumentadas en
“siempre se ha hecho así” u “otros
colegios profesionales no lo hacen”. Más compensaciones
económicas por “productividad”. Reglamentos
que se aprueban y no se publican. Debates sobre el sexo de las
mariposas…
Vale, llevo unos años criticando la forma de hacer del
COPC, por lo que no debería de sorprenderme. Supongo
que enfrentarte a la evidencia es diferente que luchar contra
una idea.
Necesito tomarme un respiro y ordenar este cúmulo de
sinsentidos. La opción alternativa: quemar el COPC y
comenzar de nuevo, no es realmente una alternativa.